Un país desmantelado y triste, o ésa es la impresión que nos ha dejado el contacto con sus amables gentes (Andrada, Domnita, Vera y su hija Simona,...) Contraste bestial entre la grandiosidad de fachada de Bucarest, en especial de la "Piata Unirii" y el resto del país, rural en el mejor de los casos, industrial decadente en otros muchos. Probablemente su destino para los próximos años será el desembarco de industrias deslocalizadas del resto de Europa en busca de mano de obra barata.
Aunque se van renovando los trenes con las nuevas unidades más "asépticas", todavía son mayoría los viejos trenes de asientos de "escai", con vagones a los que, más que subir, hay que trepar; y los revisores de gorra a los que hay que enseñar el ya olvidado billete de cartón.
Pero es un país amable, con una naturaleza muy salvaje aún: los montes Bucegi y Apuseni, el Moldoveanu, las regiones de Margiminea Sibiului o Maramures,...
Y mucha historia: el castillo de Drácula en Bran y Sighisoara, su ciudad natal, la ciudadela de Rasnov, las iglesias fortificadas, las aldeas sajonas, los monasterios de Bucovina, Transilvania, las ciudades como Brasov o Sibiu,...
La ruta
La parte de la ruta que más te ha gustado
Nos ha gustado reencontrarnos con los trenes de toda la vida, en los que se pueden acomodar las bicicletas en cualquier rincón, eso sí, venciendo la dificultad de unos escalones de altura imposible y, a veces, el mal gesto del revisor. Nos gustó mucho la región de Maramures, rural y abierta, los montes Bucegi y sus bosques, las montañas Fagaras,...
En turismo convencional, merece la pena Sighisoara, Sibiu, Brasov, los monasterios de Bucovina (Voronet, Humorului, Sucevita), las iglesias de madera de Ieud, el castillo de Bran, las iglesias fortificadas,... y Bucarest merece una visita reposada.
Y la parte que menos (la que te saltarías en bus si lo volvieras a hacer)
Nos entristece la sensación de desolación del país y de sus gentes.
El pelotón
En este viaje íbamos... 2 persona. Marta y yo mismo, el habitual.
Las bicis y el equipo
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Tipo de bici:
Seguimos con nuestras bicis de monte, una Kona y una Cannondale. Una parrilla trasera para las alforjas y amarradas con un pulpo una mochila pequeña, las esterillas y la tienda de campaña. Las alforjas, Marta aún utiliza unas prestadas, con abundantes bolsillos que pueden ser una ayuda o uno, depende de lo ordenada que se sea; yo llevo unas Deuter, compradas ya para un viaje anterior.
Llevamos tienda de campaña y una cocinilla de gas de las que usan cartuchos de usar y tirar. - Cómo llevabas el equipo: Bolsa de manillar, alforjas traseras, bolsa sobre el transportín
- En qué plan íbais: Autosuficiente
- ¿Algo que te sobrara o faltara?: Sobrar, nada; en falta, mejor equipamiento contra la lluvia.
- ¿Alguna pieza del equipo que no iera el resultado esperado?: Los piñones de mi bici "no enganchaban" alguna vez. Era el preludio, sin saberlo, de una avería en el núcleo que me dejaría tirado unos años después, en Laos.
- Algo extravagante que llevaras en las alforjas: Nada, creo
El viaje
El mejor día
Hubo muchos buenos: la amabilidad y acogida de Vera y Simona en su casa de Carlibaba, que transformó el que podía haber sido uno de los peores días del viaje, en uno de los que mejores recuerdos nos ha dejado; el primer contacto con la OVR en Soars, en casa de Andrada; y los posteriores, con Alina en Albac, Nicolae en Vadu Izei, la incombustible Domnita en Poienile Izei, Anca en Prislop,...El peor día
Quizás entre Sibiu y Miercurea Sibiului, por la lluvia sin descanso que nos caló hasta los huesos.El mayor quebradero de cabeza
La lluvia, hubo inundaciones en Rumanía ese año.Si repitieras el viaje, ¿qué harías diferente?
Recurriría mucho más a la tienda de campaña, encontrar un alojamiento condicionó en ocasiones la etapa. Aunque es cierto que la abundante lluvia no ayudó.Las etapas, en lo posible, más cortas.
Recomendaciones a alguien que vaya a hacer este viaje
OVR y RETAEA, dos asociaciones de turismo rural, o local, con una amplia red que cubre prácticamente todo el país. Llevábamos una guía bastante anticuada y encontramos mucho más alojamiento del esperado. Ofrecen una fuente de ingresos extra en un país que vivía una situación económica muy delicada. Normalmente, allí donde existen viviendas de esta red, hay una "oficina" que se encarga de repartir entre unas y otras de manera equilibrada el turismo que llega, pero también teniendo en cuenta que turistas y quienes gestionan la casa, puedan tener un idioma común -inglés o francés, normalmente-. La relación calidad/precio, en general, muy buena.Aunque el tiempo también fue un obstáculo y no lo conseguimos, merece la pena subir al Moldoveanu.